Internet y redes sociales: Los peligros ocultos tras algunas aplicaciones
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 36En estos días se ha está conociendo el fenómeno de “La Ballena Azul”, juego ampliamente distribuido por internet. Este juego virtual desafía a jóvenes de entre 12 y 14 años a autoprovocarse heridas y les propone otros retos con peligrosos resultados. Sin embargo, este es apenas uno de los muchos peligros existentes en la red. Con la gran aceptación que tiene entre los jóvenes esta nueva “vida online”, donde es posible alcanzar contenidos y contactar a personas anónimas de cualquier parte del mundo, los chicos quedan expuestos y vulnerables a las influencias de grupos con intenciones torcidas. En este contexto, el rol de los padres en educar, orientar y controlar es fundamental en estos aspectos.
¿Por qué los jóvenes son vulnerables a estos juegos?
El ser humano necesita alrededor de 21 días de efectuar una acción repetida para establecerla como un hábito, o establecer incluso una convicción a nivel inconsciente. Por lo que sin darse cuenta, con el paso de los días, el cerebro podría confundir fantasía y realidad si el estímulo es sostenido en el tiempo. Un ejemplo claro es lo que ocurre tras escuchar repetidamente en los medios que la marihuana no es nociva, lo que termina convenciéndolos de esta mentira.
Esta situación es la que aprovechan algunos para manipular a niños y jóvenes a través de internet, un mundo que recrea realidades sin que muchas veces se pueda ver a quienes son los que realmente están detrás de un “perfil” en las redes sociales.
En el caso de algunos juegos online, los jóvenes son estimulados o conducidos a realizar acciones anormales, a través de desafíos perversos que les producen placer al estar inmerso en un mundo virtual, plagado de fantasías. Además, cuando se es adolescente es muy fácil creer en la omnipotencia, es decir, que nada malo puede pasar. Y si a esto sumamos que los jóvenes saben perfectamente navegar en las redes sociales y en la mayoría de los casos sin ningún tipo de supervisión de sus padres, y sin el desarrollo de la capacidad de evaluación crítica de los contenidos, se crea un escenario ideal para la difusión masiva de estos juegos.
Ante la difusión de esta práctica que entraña riesgos para la integridad física y psicológica de jóvenes y adolescentes, se recomienda a los padres estar muy atentos a determinadas señales que indiquen que sus hijos puedan estar participando. Algunas de ellas:
1. Observar si se producen cambios de conducta, de humor o comportamiento extraño.
2. Si comentan en redes sociales cosas relacionadas con juegos raros o ponen dibujos, emoticones o algo relacionado con esto mismo.
3. Presencia de cortes en el cuerpo o heridas poco habituales o inexplicables.
4. Excesivo interés en que los padres no vean lo que están haciendo en la web o en el celular.
5. Aislarse para ver películas de terror o interés desmedido en salir de casa.
Como papás, ¿qué podemos hacer ante estas señales?
1. Generar en la familia un espacio de diálogo sobre las actividades que realizan tus hijos en internet, acompañándolos y orientándolos en la navegación segura y advirtiéndoles sobre los riesgos y peligros a los que se pueden enfrentar en los espacios digitales.
2. Promover el análisis crítico de los contenidos a los que acceden, comparando información, revisando los destinatarios y establecer un juicio de valor sobre lo que están revisando.
3. Conversar en familia sobre las formas más adecuadas de relacionarse en internet y en las redes sociales, alentándolos a que solo se conecten con personas que realmente conozcan. Es importante crear instancias de diálogo y confianza para saber si ya se han expuesto a determinados riesgos.
4. Permitirles el acceso a internet y las redes sociales, bajo ciertas condiciones claramente establecidas. Las prohibiciones pueden fomentar que elijan hacerlo a escondidas, sin que se enteren los adultos. Estar atentos, observar e indagar no significa invadir la privacidad de tus hijos. Las actitudes de control extremo pueden conseguir alejarlos, que desconfíen de los adultos cercanos y que no pidan ayuda cuando verdaderamente lo necesiten.
5. Cultivar un vínculo basado en la confianza facilitará que se produzca un diálogo más fluido, que los chicos compartan sus preocupaciones e inquietudes y, conocer lo que sienten o lo que les pasa y así podamos ofrecerles nuestra ayuda ante las dificultades. En suma esto significa estar disponible para escuchar a los niños permanentemente.
6. Cuidar con la misma atención lo que hacen tus hijos en internet y redes sociales, así como los cuidas cuando salen a la calle o se alejan del hogar.
Los nuevos espacios de difusión
El espacio presencial -la vida cotidiana-, y los espacios digitales -internet y redes sociales-, ya no son dos ámbitos distintos, sino que coexisten y han dado forma a un nuevo espacio público, convertido en uno solo. Existen nuevos peligros en estas nuevas zonas de difusión que deben conocerse para tratar de adoptar medidas preventivas y aconsejar a los menores. Algunos riesgos:
1. Malware
Es el acrónimo en inglés de “software malicioso”. Este tipo de aplicaciones trata de dañar la computadora. En la mayoría de los casos la infección ocurre por errores realizados por los usuarios al ser engañados por el atacante. Existen muchas herramientas como antivirus y buenas prácticas que reducen el riesgo de infección de virus, gusanos, troyanos, spyware, etc.
2. Spam
Es el correo basura. Son aquellos mensajes que no fueron solicitados por el usuario y que llegan a la bandeja de entrada. Normalmente, este tipo de correos contienen propagandas, muchas veces engañosas, que incitan al usuario a ingresar a páginas, con ofertas “milagrosas”, cuyo contenido es potencialmente dañino para el usuario.
3. Scam
Son engaños o estafas que se llevan a cabo a través de Internet. Se realizan de diversas formas como, por ejemplo, a través de correos no solicitados (spam), u otras técnicas como tratar de convencer al usuario de la prestación de un servicio cuando en realidad solo quieren acceder a información confidencial. Un ejemplo son los mensajes falsos solicitando contraseña para entrar a tu cuenta del banco o claves de redes sociales.
4. Ciberacoso
Es una conducta hostil que puede ser practicada hacia los niños y jóvenes. La víctima es sometida a amenazas y humillaciones de parte de sus pares en la web, cuyas intenciones son atormentar a la persona y llevarla a un quiebre emocional (es la versión digital del “bullying”, por eso también se le llama “ciberbullying).
5. Grooming
Se trata de la persuasión de un adulto hacia un niño con la finalidad de obtener una conexión emocional y generar un ambiente de confianza para realizar actividades sexuales. Muchas veces los adultos se hacen pasar por niños de su edad e intentan entablar una relación para luego abusar de ellos, o conseguir fotos.
6. Sexting
En un inicio se trataba del envío de mensajes con contenidos eróticos y, posteriormente, dado el avance tecnológico, esta modalidad evolucionó hacia el intercambio de imágenes y vídeos convirtiéndose en una práctica habitual entre adolescentes.
7. Robo de información
Si no se tienen las medidas de precaución necesarias, se corre el riesgo de que la información que viaje por la red sea interceptada por un tercero. Normalmente suelen ser datos personales, pudiendo llegar a exponer al menor de edad a la pérdida de dinero familiar o al robo o suplantación de identidad.
Un problema común: el ciberacoso
De los anteriores peligros mencionados, uno que es bastante grave es el ciberacoso. A raíz de la serie “13 Reasons Why” (Netflix), se ha generado una discusión sobre esta gran problemática. El ciberbullying puede llegar a generar una depresión severa en la víctima, e incluso, el suicidio.
Muchos jóvenes se enfrentan cada día a desagradables comentarios en Facebook, posts despectivos en Instagram o videos ridicularizadores en Youtube y Whatsapp. Y es que internet ofrece a los acosadores una plataforma abierta para abusar de sus víctimas a cualquier hora y a menudo los afectados no saben cómo reaccionar, llegando a aislarse de su entorno o a ausentarse de las clases.
El ciberacoso tiene muchas caras que van desde comentarios malintecionados hasta amenazas de muerte. Y mientras más mayores son los jóvenes, más duros e intensos pueden ser los ataques. Las redes sociales son un canal perfecto para practicarlo, ya que hay un cierto anonimato donde no se tiene una relación personal, por lo que no se obtiene información inmediata del daño que se está haciendo.
El ciberacoso tiene unas particularidades que lo hace todavía más grave que el acoso: es universal y accesible, porque la mayoría de niños tienen celular desde muy chicos, incluso antes de los 12 años que es la edad mínima recomendable para el primer celular. Además, es anónimo porque se esconde tras una pantalla, es difícil de perseguir e incontrolable, ya que tiene un efecto multiplicador las 24 horas del día.
Los síntomas de los jóvenes que sufren ciberacoso es que no quieren quedarse solos en la habitación, no quieren realizar actividades y tratan de huir de internet. El hecho de que te maltraten en una red social, que te saquen de un grupo de Whatsapp, bloquearte en Facebook o Instagram, son tipos de exclusión social y una posible manifestación de ciberacoso. Como se trata de algo psicológico puede resultar tan dañino como un aumento de casos de suicidio y depresión.
Se dice que uno de cada tres agresores también es agredido, ya que es bastante común la figura de los “bullyvictim” que son agresores y agredidos.
Prevención
Para prevenir el acoso hay que educar en el uso responsable de las redes sociales. Si simplemente se establece la prohibición de ingresar no se conseguirá nada, ya que los jóvenes establecen hoy gran parte sus relaciones, incluso de noviazgo, a través de las redes, por Whatsapp, Facebook e Instagram.
La mayoría de los jóvenes que sufren ciberacoso tienen baja autoestima, más necesidad de reconocimiento grupal y de mayor interacción en la red. Los acosadores tienen déficit de asertividad, de saber decir que no. Muchas veces, quienes acosan en la red, pueden hacerlo de manera “inocente” sin dimensionar el eventual daño que provocarán. Además, quienes acosan, suelen tener un déficit importante de habilidades en la resolución de conflictos.
Los signos del ciberacoso son difíciles de detectar ya que no se verá un moretón ni que le falte un reloj porque se lo han quitado, en cambio hay otros signos no tan visibles como, por ejemplo, la ansiedad. Si antes el miedo era ir al colegio, ahora es conectarse a internet. Suelen tener crisis de angustia, dolores psicosomáticos, desarrollar síntomas de depresión, tristeza, apatía, fatiga... Además, es frecuente que al tener problemas de autoestima, manifiestan poco interés por realizar actividades lúdicas, baja el rendimiento escolar, hay aislamiento, pérdida de amigos, tendencia a estar solo y no comunicarse, etc.
Ante esto, la familia debe ver si su hijo pudiera ser uno de los acosadores. Los jóvenes son capaces de hacer muchas tonterías y de hacer daño a otros sin ser plenamente conscientes de que tienen un problema de autoestima y asertividad. Los papás, deben conseguir que los jóvenes tengan capacidad para resolver sus conflictos, educarlos en valores y limitar las posibilidades de que acose o sea acosado, de modo que hay que establecer límites en el uso de la red y las redes sociales.
La gestión del ocio es muy importante, ya que si un niño hace deporte y está vinculado a un club, por ejemplo, es menos probable de que sea acosador o acosado.
También existe la figura de los observadores, que a pesar de no ser víctima ni agresor, es espectador de los ataques sin hacer nada. También estos chicos deben tomar conciencia y actuar ante estos casos.