¿Cuánto líquido deben beber los niños?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 02Los niños, cuando son muy pequeños, son más vulnerables a los efectos de la deshidratación que las personas adultas, porque tienen proporcionalmente más agua en su cuerpo, no saben expresar que están sedientos y además no suelen ser conscientes de que tienen sed si se hallan entretenidos con alguna actividad. Por ello es importante conseguir que beban regularmente, principalmente agua. Pero, ¿cuánto tienen que beber para mantenerse bien hidratados?
La Sociedad Chilena de Pediatría, así como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), recomiendan la lactancia materna exclusiva y “a demanda” durante los primeros seis meses de vida del bebé.
Durante esa etapa, el bebé que es amamantado no necesita tomar agua o jugos porque obtiene el líquido suficiente con el agua que le aporta la leche de la madre. Pero, a partir de los seis meses las necesidades de hidratación infantil aumentan progresivamente, en la medida que el niño se mueve más.
Ojo con la transpiración
Aunque el riesgo de deshidratación aumenta cuando sube la temperatura -época en la que hay que extremar la vigilancia infantil, los ambientes en que juega y controlar más la reposición de líquidos- hay que tomar precauciones con los pequeños y medidas para mantenerlos hidratados a lo largo de todo el año, ya que, debido a su intensa actividad física, fácilmente pueden transpirar mucho.
Aunque los niños tienen una menor capacidad para transpirar, sus necesidades de hidratación no se diferencian demasiado de las de los adultos. Debido a ello, la temperatura de su cuerpo aumenta con mayor rapidez en comparación con la gente adulta.
Por esta razón, los padres y las personas a cargo del cuidado infantil, deben alentar a los niños activos a que beban con más frecuencia, a que sean capaces de reconocer los síntomas de la deshidratación y a proporcionarles y enseñarles que elijan el tipo de líquidos más adecuados, y no refrescos y bebidas gaseosas.
Se calcula que los bebestibles aportan alrededor del 80% de la ingesta diaria de líquidos, mientras el resto proviene de los alimentos. Estos porcentajes se han calculado con una temperatura ambiental y actividad física moderadas.
La edad importa
Hasta los seis meses de edad, los bebés necesitan beber de 100 a 150 mililitros (ml) diarios de líquidos por kilo de peso corporal, lo que obtiene apropiadamente a partir de la leche materna.
Entre los seis meses y el año de vida, deben beber de 800 a 1.000 ml. por día; entre 1 y 2 años de edad de 1.100 a 1.200 ml/día; de los 2 a 3 años de edad, 1.300 ml/día, y, de los 4 a los 8 años de edad, 1.600 ml./día. Estos volúmenes incluyen el agua contenida en los alimentos y en los líquidos bebestibles.
Ya más grandes, entre los 9 y los 13 años de edad, las niñas necesitan beber 1.900 ml diarios y los varones 2.100 ml, y a los 14 años las adolescentes deben beber 2 litros diarios y los varones 2 y medio, de acuerdo a los cálculos de la EFSA (siglas en inglés de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria).
El cuerpo humano y el agua
Para que nuestro cuerpo funcione correctamente, la cantidad de líquido que es necesario aportar al organismo tiene que ser la misma que la que eliminamos a través del sudor, la orina, la respiración, la transpiración de la piel, deposiciones, etc.
Por eso, recomendamos beber al menos dos litros de líquidos al día, y cuando hace calor, se realiza una actividad física intensa, se suda en exceso o se sufren vómitos o diarrea, se necesita beber más.
Los dos litros diarios de líquido que se recomienda beber, habitualmente se consiguen a través de la variedad de alimentos y bebidas. Alrededor de medio litro se obtiene de alimentos ricos en agua como frutas y verduras. El otro litro y medio lo pueden proporcionar los alimentos líquidos como leche, sopas y 3 a 4 vasos de líquidos (agua, refrescos, jugos e infusiones), variables dependiendo de la edad.
El agua debe ser la bebida preferida para darles a los niños, aunque en ocasiones no la aprecian por su falta de sabor y color; en su lugar prefieren beber jugos y refrescos azucarados, cuyo uso debe minimizarse, porque pueden favorecer -especialmente en los más pequeños- la aparición de caries y la obesidad.
En este aspecto, debe aclararse que los edulcorantes son seguros para usar en niños, embarazadas y adultos mayores. Sin embargo, antes de los dos años de edad, debemos evitar exponer a los niños al endulzamiento de los líquidos, ya sea mediante los edulcorantes artificiales, stevia, azúcar o miel, porque esto se ha relacionado con mayor riesgo de obesidad a futuro, ya que condicionaría al niño a preferir alimentos de mayor densidad calórica. Antes de los dos años prefiera darles agua... ¡y después también!