Las primeras papillas, ¿cómo y cuándo?
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 46Idealmente, durante los seis primeros meses de vida, el bebé debe alimentarse exclusivamente de leche materna, ya que es el mejor y más completo alimento que puede existir para una guagua. Es a partir de ese período, cuando se comienza a introducir la alimentación complementaria para prepararle para nuevos sabores. Frutas, verduras y cereales, junto a carne baja en materia grasa, serán sus primeras papillas. Ojo, que puede ocurrir que al principio el pequeño muestre sensación de desagrado y rechazo, ya que ha pasado de tomar su habitual ración de leche materna, al gusto y textura diferente de la papilla.
Los siguientes puntos pueden ser indicadores de que tu bebé está listo para la alimentación complementaria:
- Sigue con la mirada la comida que tú comes.
- Abre la boca mientras te ve comer.
- Intenta tomar tu comida.
- Se introduce en la boca comida que está a su alcance.
- Después de haberle dado el pecho o el biberón, cada vez reclama antes de que se le vuelva a alimentar.
Las primeras papillas deben ser complementarias con la leche materna. Es decir, la leche seguirá siendo el alimento principal y el resto de alimentos tienen como misión ofrecer nutrientes adicionales.
Para comenzar, las frutas recomendadas pueden ser manzana, pera, durazno, damasco o plátano, y poco a poco ir incorporando el resto. Bien maduras y lavadas, lo ideal es incorporarlas con cáscara, aprovechando por completo su aporte nutricional. Es importante no agregar azúcar ni miel en sus papillas de frutas. Pero la fruta representa el aporte de vitaminas naturales, nutrientes y fibra necesarios, además que conocerá nuevos aromas, texturas, sensaciones y gustos, hasta el momento desconocidos para él.
Las verduras aportarán muchos micronutrientes y vitaminas que actúan como antioxidantes y protegen de varias enfermedades crónicas. Éstas se ofrecerán cocidas a partir de los 6 meses en forma de puré, y siempre cocinadas sin sal ni aceite. Antes de hervirlas, las hortalizas se deben lavar y pelar (según el caso) para eliminar las sustancias que puedan estar en la piel. Acto seguido, han de cocerse hasta que estén blandas para que puedan ser trituradas fácilmente. Las verduras que no vayan a consumirse al momento, deben enfriarse, taparse y guardarse en el refrigerador. Después se pueden volver a calentar, pero durante poco tiempo.
Las hortalizas recomendadas para los primeros purés son: papa, poroto verde, zapallo, zapallo italiano y zanahoria. En realidad, las mismas verduras que consume el resto de la familia.
La carne baja en materia grasa como la posta en caso de vacuno o la pechuga en caso de aves, 3 a 4 veces por semana aportan zinc, vitaminas del complejo B, hierro y proteína de buena calidad.
Las legumbres (idealmente con hollejo), los pescados y mariscos y los huevos (entero, no es necesario separar yema y clara) se incorporan gradualmente desde los 7 meses, en ese orden, para que al año ya esté incorporado a la comida de la casa.
En cuanto al cambio de consistencia, de licuado o papilla a molido con el tenedor, se debe determinar según la aparición de sus dientes. Una edad promedio son los 10 meses, pero cada niño tiene su propio desarrollo, así que será cuando ya tenga molares, momento en que se le podrá empezar a dar alimentos de consistencia blanda y picados muy pequeños. A partir del año ya se puede incorporar normalmente a la comida del hogar y puede comer lo mismo que el resto de la familia, siempre vigilando los aliños y la cantidad de sal que se le incorpore. Es en esta etapa cuando se debe comenzar a fomentar la incorporación de la ensalada, ya que así contribuiremos a insertar hábitos alimenticios saludables. Se recomienda empezar con el tomate, betarraga, zanahoria, palta y progresivamente ir incluyendo otras de consistencia blanda.
Respecto del consumo de dulces, golosinas y alimentos con alto contenido de sal o grasas, un bebé no los conoce, por lo tanto, no los pedirá. Pero, si desde pequeños fomentamos su consumo, poco a poco los comenzarán a pedir (¡y exigir!). La idea es que aprenda que este tipo de alimentos se pueden comer de forma ocasional, solo en momentos especiales o de celebración, por lo que debemos evitar su incorporación en etapas tempranas de la vida.
Poco a poco se irán realizando los cambios alimentarios en relación a cantidad, variedad y consistencias. Lo importante es que los padres estén bien informados, de manera que hagan los cambios en el momento adecuado. Así se logrará la madurez fisiológica de los distintos órganos y se irán introduciendo hábitos alimentarios que perdurarán durante toda su vida, ayudándoles a prevenir enfermedades.
Consejos prácticos al alimentar a tu hijo
- No obligar nunca al niño a comer.
- No utilizar el chantaje, soborno ni el castigo para que el niño coma.
- No premiar al niño por haber comido bien.
- Preparar los alimentos de una forma atractiva.
- Ofrecerle raciones pequeñas servidas en un plato grande, darle la oportunidad de repetir si lo desea.
- Evitar distracciones, nada de cuentos ni de televisión a la hora de comer.
- Respetar los gustos del niño de forma razonable, pero no permitir que coma a la carta.
- Evitar dar alimentos fuera de hora.
- Permitir que participe y que coma solo cuando lo pueda hacer.
- Darle el tiempo que necesita para comer, sin ser excesivo.
- Respetar su inapetencia, que puede estar acompañada de una enfermedad aguda.