EDITORIAL
VACUNAS: SE REVALIDA SU IMPORTANCIA EN MEDIO DE LA PANDEMIA COVID-19
Dr. Jorge Fabres B. Vicepresidente Sociedad Chilena de Pediatría, SOCHIPE.Estimados Socios:
Reciban un afectuoso saludo de parte del nuevo Directorio de SOCHIPE 2021-2023, encabezado por la Dra. Rossana Faúndez. Será para todos nosotros un gran honor continuar dirigiendo la actividad de nuestra querida Sociedad Chilena de Pediatría, con todo lo que significa este período tan complejo de pandemia en el que estamos viviendo y al cual, como Sociedad Científica, debemos seguir aportando.
Al momento de escribir estas líneas, llevamos ya un año desde que oficialmente se declaró la pandemia en nuestro país y estamos viviendo ahora una segunda ola que nos vuelve a desafiar. Dentro de toda la gravedad de la situación, ha surgido una importante esperanza de que el número o gravedad de las personas contagiadas disminuya. Y la esperanza radica en el avance del proceso de vacunación contra el virus SARS-CoV-2. En este sentido, nuestro país está siendo líder en llevar adelante un proceso rápido de vacunación, lo que sin duda es alentador.
Pero más que hablar aquí sobre las vacunas contra el COVID-19 en sí mismas quiero destacar lo que para mí resulta de mucha importancia: la comunidad se ha interesado y le ha dado el valor que corresponde a las vacunas como la forma ideal para defenderse de las enfermedades infecto-contagiosas y hemos visto el amplio interés que existe en vacunarse e, incluso, nos consta la preocupación que hay por la tardanza de la disponibilidad de vacunas en muchos países.
Probablemente, las vacunas sean la intervención médica que más vidas ha salvado.
Su origen parte en la observación empírica de personas vinculadas al trabajo agropecuario. Se observó que las lecheras que trabajaban ordeñando vacas no contraían la viruela, o la presentaban de manera leve. De allí surgió la práctica de poner polvo de costras de viruela en una persona susceptible (variolización) con el objetivo de que desarrollara una enfermedad leve, evitando complicaciones y mortalidad. Este hecho era conocido en las culturas orientales (China, Turquía) desde antes (siglo XI).
La introducción de la variolización en Europa, en el siglo XVIII, se debe a Mary Montagu, que observó la variolización en sus viajes por el imperio otomano y tuvo la valentía de aplicarla en sus propios hijos, teniendo como fundamento su propia experiencia de enfermedad. Hizo esto antes de la validación científica del procedimiento, y lo hizo varias décadas antes de los trabajos científicos de Edward Jenner. Como ya está demostrado, la construcción del conocimiento toma tiempo y requiere múltiples actores.
Desde que en 1796 Jenner introdujera la vacuna contra la viruela y luego las vacunas desarrolladas por Louis Pasteur en la segunda mitad del siglo XIX, se han creado e implementado muchas vacunas que han permitido la erradicación de algunas enfermedades como la viruela y la casi eliminación de otras, como la poliomielitis.
A pesar del gran auge de las vacunas y su evidente beneficio, en los últimos años han aparecido movimientos antivacunas, que han encontrado eco en muchas personas y especialmente en padres que han dejado de vacunar a sus hijos. Como consecuencia de esto, se han observado en algunos lugares del mundo brotes de enfermedades ya casi erradicadas, como el sarampión. Afortunadamente, la evidencia científica ha echado por tierra los argumentos de los movimientos antivacunas, siendo uno de los principales el vínculo atribuido al compuesto timerosal presente en algunas vacunas como la tresvírica (sarampión, rubeola y parotiditis) y el aumento de trastornos del desarrollo como retraso en el lenguaje, autismo e hiperactividad.
Como es sabido, el autor del principal trabajo científico que describía esta relación, publicado en The Lancet, fue encontrado culpable de haber violado protocolos éticos, no haber informado de serios conflictos de interés e, incluso, de haber falsificado datos. El Consejo Médico General del Reino Unido decidió suspenderlo del ejercicio de la práctica médica y a la vista de dicho informe, la revista The Lancet se retractó y retiró el artículo.
Como pediatras, es fundamental nuestro rol como promotores de las vacunas en nuestros pacientes. Somos privilegiadosMde que en Chile contamos con un excelente Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) desde 1978, el que además cuenta con una altísima cobertura. Este programa ha permitido la disminución de la morbilidad y mortalidad por enfermedades inmunoprevenibles, contribuyendo a la disminución de la mortalidad infantil en nuestro país. Cada vez son más las vacunas incorporadas al PNI y esperamos se sigan agregando más vacunas en los próximos años.
Y, en relación con las vacunas en los niños y la enfermedad COVID-19, surge entonces la inquietud de cuándo contaremos con vacunas para nuestros pacientes menores de 16 años, que es la menor edad recomendada para administración de alguna de las vacunas que actualmente están disponibles. Hasta ahora (marzo 2021), no hay vacunas autorizadas en menores de 16 años. Es entendible que el desarrollo de las primeras vacunas contra el SARS-CoV-2 hayan sido para las personas mayores que, hasta el momento, han sido la población de más alto riesgo. Sin embargo, es del todo recomendable y esperable que los niños puedan ser vacunados cuanto antes si se quiere lograr una buena contención de la enfermedad, además de evitar los casos severos y sus complicaciones en este grupo de pacientes.
Afortunadamente, ya se reciben las primeras informaciones de que han comenzado estudios en población menor de 16 años, incluso en lactantes mayores de 6 meses. Con el ritmo actual de investigación y desarrollo de vacunas, es esperable podamos contar con ellas para nuestros pequeños pacientes durante el año 2022.
Esta pandemia nos ha puesto al máximo de prueba. Luego de un año, estamos cansados, pero igual debemos estar esperanzados de que lograremos salir adelante. Las vacunas resultan ser una de las principales esperanzas, pero está claro no la única. Debemos mantener el resto de las medidas de distanciamiento social, lavado de manos y uso de mascarillas. ¿Por cuánto tiempo? Difícil decirlo ahora. Como pediatras y profesionales que atendemos niños, sin duda que tenemos una tarea fundamental por delante, apoyando a nuestros pacientes y sus familias, cuidando y estando alertas a los efectos, no sólo del virus, sino también de las medidas que se toman para prevenirlo, las que pueden ser beneficiosas, por una parte, pero a veces deletéreas en otras áreas de la salud infantil. Estos son temas que deberemos abordar como Sociedad Científica y de los que seguiremos compartiendo con Uds. en los próximos meses.
Dr. Jorge Fabres B.
Vicepresidente Sociedad Chilena de Pediatría, SOCHIPE.