Dr. Francisco Moraga M. Vicepresidente Sochipe
Editorial
Las enfermedades respiratorias agudas provocan estragos en nuestros niños, con colapso en los servicios de urgencia, insuficiencia de camas críticas, agotamiento de los equipos de salud, angustia en los familiares, y un largo etcétera que vivimos en lo que se denomina “campaña de invierno”. Históricamente, esto ha significado una crisis que se traduce en un desafío clínico, administrativo y de gestión. Como en toda crisis, aparecen iniciativas cuyo propósito es superarla o mitigarla, las que lideradas en forma eficiente, han contribuido a enfrentar en mejores condiciones las campañas siguientes. Así surgen progresos clínicos como reemplazar la medición de gases arteriales por saturometría de pulso, reemplazar la nebulización por la aerocámara con inhalador presurizado, la optimización de la oxigenoterapia y la asistencia ventilatoria no invasiva y la instauración de guías clínicas basadas en la evidencia, como ejemplos relevantes. Dentro de estas mejoras, los programas de salud destinados a reinsertar con su familia a los niños con necesidades especiales de atención en salud, portadores de patologías crónicas, tradicionalmente sometidos a hospitalizaciones prologadas y complicaciones derivadas del hospitalismo han significado un progreso significativo en la calidad de los procesos asistenciales. En este ámbito destacan los programas de oxigeno-terapia y de asistencia ventilatoria -invasiva y no invasiva- domiciliarias, y dada su trascendencia hemos querido incluir en este número.
Por otro lado, aún están presentes los ecos de la catástrofe sufrida en nuestro territorio en febrero, cuyos dramas humanos quedan encubiertos por la cuantiosa e impactante tragedia material. Nuestros colegas de la VIII región relatan sus vivencias en torno a este siniestro, destacando las cualidades de seres humanos que frente a la tragedia adquieren ribetes de heroísmo. Esto, no es debidamente destacado por los medios, que muchas veces tienden a resaltan los aspectos negativos, omitiendo historias que merecen ser contadas. Crisis estacionales como la campaña de invierno y crisis ambientales como el terremoto y maremoto requieren de equipos de salud bien conformados, no sólo en las grandes urbes sino que, especialmente en zonas rurales. Desde el punto de vista pediátrico, eso significa establecer redes eficientes de comunicación, interconsultas y mecanismos de derivación oportunos. Efectuar una atención de calidad al paciente de edad pediátrica requiere permanente actualización, y también administrar eficientemente los recursos humanos y técnicos del equipo de salud. En este ámbito el Prof. Dr. Arnoldo Quezada L., Past President y Premio Excelencia Académica nos da su opinión.
Por último, el reportaje a las exitosas Jornadas de Otoño, dedicadas a la Actividad Física y la salud infantil, destaca aspectos que en el trabajo cotidiano tendemos a descuidar: promover la actividad física para el desarrollo de capacidades y como propuesta preventiva de muchos de los problemas de salud es una forma de reducir significativamente la prevalencia de enfermedades crónicas y de sus factores de riesgo comunes.
Espero que disfruten la lectura y nos vemos en Pucón 2010.