EDITORIAL
Seamos un Ejemplo
Un médico amigo, quien se entrenó en Alemania, me explicó por qué uno nunca debiese cruzar la calle con semáforo peatonal en rojo, aunque no haya tráfico y ningún carabinero cerca: ¿qué pasa si te ve un niño y piensa que está bien cruzar con rojo, llevando a que lo atropellen un día? Dar el ejemplo, para bien o para mal, importa y los pediatras, querámoslo o no, somos ejemplo para nuestros pacientes y sus familias. También lo son nuestros líderes sociales, científicos, religiosos y políticos.
Pero, ¿cómo damos un buen ejemplo? En nuestro caso, poniendo el interés en el bienestar de los niños antes de cualquier otra consideración. Esto incluye mantener una relación con la industria farmacéutica de sinergia, pero con límites claros, trasparentes y consensuados con la sociedad. Incluye no hablar mal de otros colegas para ganar un cliente. Apoyar solo leyes y políticas que sean beneficiosas para los niños. Ser ejemplo también exige tratar de seguir personalmente los consejos que damos: alimentación sana con pocos azúcares y alta en fibra, actividad física diaria, restricción de pantalla, fomentar la vida familiar, amistad, espiritualidad, etc. Sin embargo, una buena imagen no basta. Los pediatras, cuando damos consejos de vida sana y cuando recetamos remedios, no logramos la adherencia a estos en sobre un 40% de los casos. A veces somos poco eficaces y esto importa. Se ha reportado que en EE.UU. mueren 125 mil personas al año por falta de adherencia a toma de medicamentos.
Entonces, además de dar un buen ejemplo debemos hacer más para lograr adherencia al plan de tratamiento acordado con los padres y familias que atendemos. El Dr. Atreja, hace 10 años propuso el acrónimo SIMPLE como una estrategia para aumentar la adherencia. 1) Simplificar las indicaciones: por ejemplo, al asociar toma de remedios con una comida o al levantarse; 2) Impartir conocimientos dando un modelo de enfermedad en lenguaje simple y claro; 3) Modificar las creencias en relación a la enfermedad: por ejemplo, los pediatras pueden ayudar a los padres de un niño obeso a convencerse de que el sobrepeso es malo, que tiene riesgos serios, que la alimentación sana puede ayudar y que ellos tienen la capacidad de bajar de peso. 4) Paciente bien escuchado: al menos un 50% de los pacientes sale de las consultas sin haber entendido lo que se les dijo y con preocupaciones no conversadas. Los médicos interrumpen, en promedio, a los 18 segundos luego de que los pacientes comienzan a contar la razón de la visita; 5) “Largo con los prejuicios”: no es cierto que la falta de adherencia se relacione en forma significativa a género, raza, inteligencia o educación, y, 6) Evaluar la adherencia: preguntar si han seguido el plan.
Lamentablemente, lo mucho publicado sobre adherencia no está disponible en la literatura médica, sino en la de psicología. Como el cambio de hábitos es más fácil y duradero en la niñez, es trabajo de los pediatras buscar esta literatura e incluir entrenamiento en adherencia en los programas de formación de nuestros estudiantes de pre y postgrado.
Entonces, los invito a “ser un ejemplo” y a buscar los caminos para que ese ejemplo sea seguido por nuestros pacientes. Si lo logramos, mejoraremos los hábitos de vida y salud de los niños que atendemos.
Dr. Humberto E. Soriano Brücher
Vicepresidente Sociedad Chilena de Pediatría