TRASTORNOS DEL SUEÑO: CÓMO IDENTIFICARLOS Y QUÉ HACER
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 52Para que tus hijos crezcan sanos y felices, necesitan descansar adecuadamente junto a tener una alimentación saludable y realizar ejercicio físico. Dormir las horas necesarias es más importante de lo que parece ya que, tras un día de mucha actividad, durante el sueño el cerebro del pequeño se recupera, procesa las experiencias conocimientos adquiridas a lo largo del día y recarga energía.
En los niños, un sueño reparador mejora su rendimiento escolar y los prepara mejor para su vida cotidiana. Cuando esto no ocurre, tu hijo se sentirá cansado y puede sentir una sensación de pesadez y somnolencia bien desagradable. Sin embargo, existen varios trastornos del sueño que pueden sufrir los más pequeños. A continuación, te contaremos cuáles son y cómo enfrentaremos estos trastornos.
Uno de cada cuatro niños puede padecer algún tipo de desorden del sueño. Las consecuencias afectan de manera significativa su vida diaria, ya que se producen alteraciones del humor, dificultad para concentrarse, cansancio físico y mental, y en definitiva, un estado general de tensión y ansiedad.
Para entender mejor los distintos tipos de trastornos del sueño, podemos definir antes tres categorías:
1.- Le cuesta dormir: puede ser insomnio, síndrome de las piernas inquietas o sindrome de retardo de fase.
2.- Hace cosas extrañas por la noche: síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño, parasomnias (que incluyen sonambulismo, rechinar de dientes, terrores nocturnos y pesadillas), y movimientos rítmicos relacionados con el sueño.
3.- Duerme durante el día de manera brusca o prolongada: apnea obstructiva, narcolepsia.
Le cuesta dormir
Insomnio. Es uno de los problemas más frecuentes en los niños que suele definirse como la dificultad para iniciar y mantener el sueño. Puede ser:
- Insomnio conductual. Incapacidad del pequeño para conciliar el sueño si está solo, presentando resistencia y ansiedad a la hora de ir a la cama. Suele además despertarse muy a menudo, varias veces en la noche. Muchas veces se trata de que el niño “no quiere dormir” por estar más interesado en lo que ocurre a su alrededor.
- Insomnio por higiene del sueño inadecuado. Se asocia con actividades inadecuadas que se realizan durante el día, como excesivo consumo de líquidos estimulantes como té, café o bebidas cola, hacer mucha actividad física cerca de la hora de dormir, uso de computadoras o celulares, televiso en la pieza, etc., que impiden una adecuada calidad del sueño durante la anoche.
¿Qué podemos hacer para evitar el insomnio?
- Establece rutinas. Es importante mantener pautas de sueño, seguir siempre los mismos pasos y a las mismas horas, y tratar de evitar que estas rutinas cambien aleatoriamente. Estas técnicas conductuales permiten ajustar su reloj biológico y establecer el control del sueño facilitando el proceso de descanso.
- Dale una cena ligera, fácil de digerir. Evita productos que contengan estimulantes como café, té o bebidas gaseosas.
- Evita jugar intensamente antes de acostarlo, ya que pueden sobreexcitarlo.
- Acuéstalo temprano. Dejar en la cama a un niño alrededor de las 20:00 es un muy buen momento.
- Puedes leerle un cuento. Prepáralo para dormir, habla en tono bajito y tranquilo para que tu pequeño se relaje.
- Mantén la habitación con luz tenue y tranquila. Nuestro cerebro se ve influido por las condiciones medioambientales: cuando hay penumbra u oscuridad nuestro cerebro segrega sustancias que fomentan el sueño, como la melatonina, mientras que con condiciones de luz se fomenta la actividad y se inhibe el sueño.
- No permitas que se expongan a pantallas (TV, tablet, teléfono, videojuegos, computador, etc.) al menos desde 30 minutos antes de la hora de acostarse. Estos dispositivos alteran el sueño. Y tampoco dejes aparatos dentro de su habitación (como dejar cargando el celular, aunque esté apagado, pues se puede tentar a encenderlo a escondidas), y no instales un televisor en su pieza.
Síndrome de las piernas inquietas. Se caracteriza por la necesidad urgente de mover las piernas en situaciones de reposo que suele provocar una sensación desagradable que le impida conciliar el sueño y provoca cansancio durante el día. Estas molestias ocasionan necesidad de levantarse, caminar y moverse ya que, con el movimiento, las sensaciones desagradables se alivian o desaparecen. Se presentan en la noche y aunque no se conoce la causa, hay una predisposición familiar. Suele confundirse y asociarse a parasomnias (bruxismo o rechinar de dientes, terrores nocturnos), calambres, migraña y, sobre todo, con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Y para tatar de aliviar este síndrome y/o aliviar los síntomas, es importante que tu hijo mantenga un horario de sueño regular, realice ejercicio físico moderado a últimas horas del día y evitar el consumo de café u otros estimulantes. También algunos fármacos pueden empeorar los síntomas como los antialérgicos. Es necesario que si observas estas cosas en tu hijo consultes a tu pediatra porque a veces se puede necesitar algún medicamento y descartar anemia, con la que se asocia.
Síndrome del retardo de fase. Se trata de una alteración del ritmo del sueño que comienza a manifestarse, normalmente, a partir de los 10 años. Se caracteriza por un tiempo de inicio y finalización del sueño que está retrasado más de dos horas en relación con los tiempos de sueño aceptables, pero una vez que se inicia, el sueño es de características normales. Provoca insomnio a la hora de acostarse y dificultad para despertarse por la mañana a la hora que corresponde, lo que produce somnolencia, bajo rendimiento escolar y/o disminución de la atención. Ocurre a cualquier edad, pero se da más frecuentemente en varones adolescentes.
Para corregir este síndrome, hay que tomar medidas de higiene de sueño que ya mencionamos anteriormente, como cumplir horarios regulares para ir a la cama y levantarse por las mañanas, incluso en los fines de semana; evitar siestas largas (máximo de 30-45 minutos); evitar realizar excesiva actividad física en horas cercanas a la de dormir, así como evitar la exposición lumínica como televisión, computador, etc; evitar la cafeína a última hora de la tarde; tomar como rutina un baño caliente antes de acostarse; evitar tener televisión (y otras pantallas) en la habitación, y, aumentar la exposición de luz solar por la mañana. En ocasiones, la terapia con melatonina, bajo supervisión médica, puede ser una ayuda.
Como padres, se debe dar el ejemplo y mantener también una buena higiene del sueño. Se debe favorecer en el hogar en las últimas horas de la tarde un ambiente tranquilo, y no conviene dejarles dormir mucho el fin de semana ya que, si se levantan a mediodía, es muy difícil corregir el problema durante la semana. De todas maneras, si tu hijo presenta estos síntomas, consulta con su pediatra para ver la posibilidad de otros posibles tratamientos y descartar otras alteraciones.
Si el niño hace cosas extrañas por la noche…
Síndrome de la apnea-hipopnea obstructiva del sueño. Se caracteriza por la presencia de episodios repetidos de obstrucción completa (apnea) o parcial (hipoapnea) de la vía aérea superior durante el sueño, porque las paredes de la garganta se colapsan y se cierran. Quienes lo padecen dejan de respirar durante unos 10 segundos o más durante el sueño, pudiendo repetirse muchas veces, en casos severos de 200 o más episodios en una noche. Esto afecta el reposo durante el sueño e impide un descanso efectivo.
Algunos de los síntomas son una ronquera frecuente, o con pausas respiratorias volviendo a respirar con jadeo o sensación de ahogo, que tenga mucha somnolencia o se quede dormido en situaciones o lugares inapropiados, que despierte con dolor de cabeza, sequedad de boca o que se levante a orinar varias veces o presente enuresis.
Niños muy obesos, con amígdalas grandes o con algunas malformaciones de la cabeza, ciertas enfermedades neurológicas o presencia de reflujo gastroesofágico, pueden tener mayores probabilidades de padecer este síndrome. Dependiendo de cuál sea la historia del paciente, puede proponerse una u otra terapia:
- Pérdida de peso en pacientes obesos. Es la primera medida a seguir y requiere un cambio sustancial en su estilo de vida.
- Medidas posturales de sueño, evitando dormir boca arriba, ya que favorece la aparición y número de apneas.
- Dispositivos de avance mandibular que debe ser instaurado y controlado por un especialista.
- Aparatos que producen presión positiva de aire durante el sueño.
- En ocasiones, extirpación de amígdalas y/o adenoides del niño.
Sonambulismo. Es un trastorno frecuente en niños de entre 4 y 6 años de edad, se da más en varones que en mujeres y se manifiesta por episodios de sentarse o levantarse de la cama, caminar por la habitación, dar paseos por la casa, hablar, vestirse o desvestirse, abrir y cerrar puertas. En todo momento el pequeño mantiene los ojos abiertos y responde a preguntas sencillas, pero sin ser consciente de lo que hace y dice. Suele presentarse durante la primera mitad de la noche, en la fase de sueño profundo. Cuando despierta, no recuerda nada de lo sucedido. Es un trastorno benigno que no deja secuelas y se desconocen sus causas, aunque suele asociarse a situaciones de estrés, falta de sueño, estados febriles, cambio de hábitos de sueño y puede tener influencia genética.
Si se trata de sonambulismo ocasional no es grave y los episodios suelen ir disminuyendo a medida que el niño crece. Si son demasiado frecuentes, es aconsejable consultar con un médico especialista en sueño.
En caso de que tu hijo sea sonámbulo, hay ciertas medidas que se deben tomar:
- Despejar las habitaciones, dejando libre el paso de muebles u obstáculos para evitar que se golpee.
- Cerrar la puerta de entrada de la casa con llave, igual que las ventanas.
- No despertarlo, ya que puede asustarse mucho. Mejor guíalo a la cama con cuidado, hablándole de forma suave.
- Procura que esté relajado antes de ir a la cama y que duerma una cantidad de horas adecuada.
Terrores nocturnos. Parece una pesadilla, pero es mucho más notoria. Durante la noche, el niño se sienta bruscamente en la cama gritando y llorando, alterado y agitado. Aunque asusta mucho, no suele ser motivo de preocupación. Los terrores nocturnos suceden de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño, cuando tiene lugar la transición de la primera fase de sueño a la fase de movimientos oculares rápidos (REM), en que se producen los sueños. Habitualmente, esta transición sucede con suavidad, pero en ocasiones se producen como “cortocircuitos” en que el niño se agita y se asusta, provocando los terrores nocturnos. La respiración y ritmo cardiaco se aceleran, puede sudar, agitarse y comportarse como si estuviera muy alterado y asustado, no reconociendo donde se encuentra. Al cabo de unos minutos, el niño se calma y vuelve a dormir plácidamente.
A diferencia de las pesadillas, que en general se recuerdan, los niños no suelen recordar los terrores nocturnos porque mientras ocurre no tienen imágenes mentales que evocar, que aparecen en la fase REM. También se debe distinguir de otros fenómenos de angustia que ocurren en la noche, pero estando el niño despierto, como la "fobia a la oscuridad" o el "trastorno de ansiedad de separación".
Los terrores nocturnos suceden por una hiperactivación del sistema nervioso central (SNC) durante el sueño, que todavía está madurando y no se autorregula bien, por causas no conocidas, pero muy relacionadas a antecedentes familiares del mismo cuadro, el que se acentúa frente al mayor cansancio físico, estrés, fiebre, algunos fármacos o frente al dormir en un entorno nuevo o lejos de casa. La mayoría de las veces, los terrores nocturnos desapareen solos conforme va madurando el sistema nervioso.
La mejor forma de reaccionar ante un terror nocturno es esperar pacientemente a que pase y asegurarse de que el pequeño no sufra ningún daño al agitarse. No existe un tratamiento, pero puedes contribuir a que no sucedan reduciendo el estrés de tu hijo y manteniendo una correcta higiene del sueño.
Pesadillas. Son estados del sueño largos, elaborados, complejos, con aumento progresivo de la sensación de miedo y ansiedad. El niño se despierta muy asustado y puede describir con todo detalle el sueño que ha padecido, pudiendo en ocasiones creer que ha ocurrido realmente.
Suelen suceder en niños de entre 3 y 6 años y no se sabe exactamente cuál es la causa, aunque suelen relacionarse con estrés y ansiedad. Se asocian a situaciones extrañas para el niño como una mudanza, cambio de escuela, problemas familiares, haber presenciado escenas violentas en televisión o escuchado relatos o cuentos alarmantes o de miedo.
Aunque no las podemos evitar, podemos contribuir a que nuestros pequeños tengan un sueño más apacible fomentando una correcta higiene del sueño. Y si llegan a aparecer, podemos tranquilizarlos haciéndoles sentir seguros y protegidos ya que estamos a su lado. Hay que explicarles lo que sucede, que entiendan que ha sido una pesadilla, que no era un hecho real; muéstrales comprensión y explícales que no es malo tener miedo, sino una reacción natural. Puedes usar la imaginación, haciendo desaparecer monstruos con una varita mágica o similar, dejar prendida una pequeña luz para que se sienta seguro, y ayudarlo a volverse a dormir dándole cariño y consuelo.
Movimientos rítmicos relacionados con el sueño. Son movimientos repetitivos que afectan a determinadas partes del cuerpo como rascarse la cabeza, mover el tronco, las extremidades o todo el cuerpo, que pasan cuando el niño se ha quedado dormido. Estos movimientos van desapareciendo a medida que el pequeño va creciendo.
No se sabe cuál es la causa, pero se cree que los realizan como rutina para quedarse dormidos. No es algo preocupante, pero se recomienda adoptar algunas medidas de seguridad, como poner un protector de cuna para que no se golpee contra algo duro cuando aún es una guagua. Y si ya duerme solito, barras protectoras en la cama para evitar que se caiga y retirar la cama o cuna de la pared.
Y si duerme durante el día….
Narcolepsia. Es un trastorno muy poco frecuente en la infancia y suele establecerse durante la adolescencia y la juventud. Básicamente, se trata de una alteración que provoca una somnolencia excesiva durante todo el día, que puede derivar en episodios súbitos de sueño profundo en los que al niño le resulta imposible controlar las ganas de dormir, sin importar qué hora es o el entorno donde se encuentre. En casos más severos pueden presentarse episodios bruscos de pérdida de tono muscular, sin pérdida de conciencia que, casi siempre, son desencadenados por situaciones emocionales.
Se produce por una pérdida de células en el sistema nervioso central, y aunque se desconoce la causa, los estudios revelan que podría derivar en un trastorno neurodegenerativo, con un componente autoinmunitario que se expresa en niños con una predisposición genética.
Existen tratamientos para ayudar a controlar los síntomas para que los pequeños que sufran este trastorno puedan llevar una vida normal. Los planes de tratamiento suelen implicar un enfoque triple: medicamentos, modificación del comportamiento y educación.
Si tu hijo padece narcolepsia, es necesario que consultes con un médico especialista del sueño que pueda indicar el mejor tratamiento, que el entorno cercano (familia, escuela, amigos) estén al corriente de este trastorno y evitar que realice actividades que puedan ser peligrosas como nadar, irse andando lejos y solo en bicicleta, skate u otro medio, o de paseo, sin compañía.