ESA DESESPERANTE “ETAPA DEL NO”
Fuente: Diario Mi Hijo Ed. 58-¿Quieres un plátano?
-No.
-¿Quieres ir a jugar al parque?
-No.
-¿Vamos a ver a los tatas?
-No.
Si tu hijo te responde a todo con negativas, es que está atravesando la famosa “etapa del NO”. Suele manifestarse sobre los 12 a 15 meses de vida, momento en el que el desarrollo de la personalidad hace que tu hijo empiece a buscar independencia, diferenciarse y quiere hacer partícipes a papá y mamá de sus opciones. Será su primera adolescencia… Antes de esa edad, los niños se ven a sí mismos como parte de su madre, pero ya poco antes del año comienzan a ganar autonomía y capacidad de movimiento, aumentan su conocimiento del mundo que los rodea y empiezan a desarrollar su autonomía como seres independientes.
A pesar de que parezca que lo que buscan es molestar o llevar la contraria, en realidad lo que están haciendo es provocar situaciones nuevas para ver lo que sucede. Es su manera de aprender y extender sus capacidades.
Muchas veces usan el “No” cuando en realidad quieren decir que “Sí”. Lo que quieren dar a entender es que si acceden a las peticiones de sus padres es porque ellos quieren, no porque se los pidan.
También dirán “No” por enfado, como cuando no quieren irse del parque y se niegan rotundamente, así como “No” por costumbre y “No” porque están cansados.
La forma de reaccionar de los padres ante sus continuas negativas es primordial. Deben ser siempre coherentes, y mantenerse firmes pero tranquilos, para que les obedezca pero, al mismo tiempo, lograr que afiancen su autonomía. Tendrán que armarse de paciencia y, para conseguir el objetivo, les dejamos algunos consejos:
- No piensen que se trata de “manipulación” o que estamos frente a un “pequeño tirano”… solamente está probando sus nacientes capacidades de expresión y de intervenir en el mundo que lo rodea.
- Denle órdenes claras y directas. Olvídense de las sutilezas o ironías. Si no quieren que tire la comida al suelo, no le digan “la comida está triste porque la dejaste en el suelo”, sino: “no tires la comida” o “la comida no se bota”. Así de simple.
- No le griten ni discutan. En lugar de ordenarle algo, propónganle diferentes opciones para que escoja la que más le gusta, o traten de disuadirle y dejarle tiempo para reflexionar cuando les diga que “No” a algo que saben que en el fondo le apetece.
- No lo castiguen por decir que “No”. Pero tampoco lo premies con besos y arrumacos o te rías (aunque te haga gracia que se exprese así).
- No le den opción si no existe la posibilidad. No le pregunten qué quiere cuando solo hay una respuesta aceptable. Eso los puede confundir mucho y hacer más difícil su toma de decisión.
- Eviten imponer demasiadas normas. El exceso de reglas hace improbable que pueda cumplirlas todas.
- Sean coherentes. Póngase de acuerdo anticipadamente respecto de la guía o norma que le van a proponer y, sobre todo, no se desdigan. Si le dicen que algo no se hace, no le permitan que luego lo haga. Si le dicen que algo no se debe tomar, no se lo pasen luego para que lo tome. La confusión que esto genera hará que el menor empiece a dudar de lo que luego le digan… y tras la duda viene la desconfianza. Lograr recuperar la confianza de tu hijo puede ser muy difícil, especialmente si la falta de coherencia es repetitiva. Evita que tu hijo aprenda a desconfiar de ti.
Si después de un “No” el pequeño no ha logrado imponerse, puede que su frustración termine en rabieta. Aunque cuesta pasar por ese trance, pequeños niveles de frustración son muy recomendables porque consiguen que el niño aprenda a diferenciar entre el deseo y la realidad. Por lo tanto, no deben ceder a sus peticiones por muy incómoda que resulte su rabieta. Esperen tranquilamente a que se le pase y, después, dialoguen con él tratándolo con cariño.