PESCADO: IMPRESCINDIBLE EN LA ALIMENTACIÓN INFANTIL
Fuente: Diario Mi Hijo Ed.61El pescado es un alimento muy nutritivo que no debe faltar en una dieta equilibrada, ya que aparte de ser buena fuente de proteína, es bajo en calorías, grasa saturada y colesterol. Se ha establecido que los pescados son fuente de Omega-3, ácido graso esencial que protege el corazón. También aporta potasio, fósforo, yodo y zinc; además de vitamina A, D y E.
Algunos estudios han demostrado que si los niños consumen este tipo de alimento antes de cumplir el primer año de vida, disminuirán las posibilidades de tener alergias y problemas más serios como el asma. Se estima que el mejor momento para que un niño empiece a comer pescado es alrededor de los 9 meses, ya que antes de esa edad existe la posibilidad de que sufra alergia al pescado, y si tiene antecedentes familiares de alergia al pescado, su ingesta debería posponerse hasta pasado el primer año de vida.
En un inicio, se aconseja agregar pescados blancos (más suaves, como la reineta o la merluza), molido en el puré de verduras y, más tarde, ir introduciendo pescados grasos (como el atún, la sardina, el jurel o el salmón) en su dieta.
A pesar de ser tan sumamente nutritivo y de tener una amplia variedad de especies donde elegir, el pescado es uno de los alimentos menos populares entre los niños, en muchos casos, porque el olor es demasiado fuerte para el fino olfato de los pequeños, o en otros casos porque la forma de cocinarlo no es la más adecuada para el gusto infantil. Pero principalmente observamos que cuando no quieren comer es porque en la familia el consumo es escaso o inexistente.
Si nos encontramos en la situación en la que no hay forma de que el pequeño quiera comer pescado, ¿qué se debe hacer? Lo primero de todo es no atosigarle, obligarlo ni ser excesivamente insistentes con su consumo, pero también debemos ser muy pacientes, ya que no se debe castigar ni obligar o forzar a que se lo coma, ya que entonces podría cogerle aversión y rechazarlo psicológicamente. Para ello, debemos ir alternando distintos tipos de pescado y sus formas de cocinarlo hasta que lo logremos “convencer”, incluso camuflando algunos trozos en sus platos favoritos, o bien mezclarlos con otros sabores de su gusto.
Otra pesadilla para los niños pueden ser las espinas (bueno, para los niños y para todos, ¿a quién le gusta clavarse una en el paladar o la lengua?), y es que son realmente molestas. Por eso se debe tener especial cuidado en comprarlo en filetes sin espinas, o dejarlo bien limpio de espinas con nuestras propias manos.
Ahora bien, lo más importante es la actitud de los padres. Si comen igual que el pequeño (a la par) y comentan varias veces lo rico que está el plato, el hijo tomará nota mental de ello y todo se hará mucho más agradable. Y es que ya se sabe, toda educación empieza en la propia casa, y qué mejor que empezar aprendiendo a disfrutar de los diferentes pescados en forma de juego, con el ejemplo de los padres.